(...)
cuando era una
niña, por lo visto, siempre hacía lo mismo; me enamoraba de una muñeca y no
paraba de sufrir hasta que me la compraban. Luego, al poco, me aburría de ella
y empezaba a desear otra nueva. Es decir, que mi motivación real no era tener a
muñeca; mi verdadero objetivo era desearla, soñar con ella y sufrir por ella.
(...)
Nadine Velasco
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