Adolescente fui en días idénticos
a nubes,
cosa grácil, visible por penumbra
y reflejo,
y extraño es, si ese recuerdo
busco,
que tanto, tanto duela sobre el
cuerpo de hoy.
Perder placer es triste
como la dulce lámpara sobre el
lento nocturno;
aquél fui, aquél fui, aquél he
sido;
era la ignorancia mi sombra.
Ni gozo ni pena; fui niño
prisionero entre muros
cambiantes;
historias como cuerpos, cristales
como cielos,
sueño luego, un sueño más alto
que la vida.
Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis
manos,
las hallará vacías, como en la
adolescencia
ardientes de deseo, tendidas
hacia el aire.
Con los brazos un tanto en el aire,
He venido no sé por qué;
Un día abrí los ojos: he venido.
Por ello quiero saludar sin insistencia
A tantas cosas más que amables:
Los amigos de color celeste,
Los días de color variable,
La libertad del color de mis ojos;
Luis Cernura
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