No me conozco, llevo un día casi feliz.
Demasiado extraño.
Pienso en una máquina de bar de carretera.
Se mete el dinero,
y unas pinzas metálicas
que uno mismo maneja
buscan enganchar algún tesoro.
Cojo mis pinzas en busca de algún pensamiento
para mortificarme.
Ya está, lo encontré
Lo cojo,
lo manoseo,
o hago grande
hasta convertirlo en la tragedia de hoy.
Tengo el corazón apretado por mi pena.
Vuelvo a ser yo.
Coloma Fernández Armero
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