De todos los animales domésticos, es el gato el único que no ha sido
domesticado por el hombre. No porque siga siendo salvaje (aunque a veces lo
parezca) ni porque no sea capaz de convivir con los humanos, sino porque no
fueron los seres humanos los que domesticaron al gato, más bien fue el gato el
que se domesticó a sí mismo. En otros casos, los humanos tomaron cachorros de
otras especies, los acostumbraron a convivir en su entorno o los sometieron y
doblegaron; pero el gato decidió él solo mudarse a vivir a las casas de los
humanos. Por eso los gatos no tiene amo y la convivencia con ellos es siempre
producto de un pacto, de una negociación, no de una dominación (si acaso, son
los gatos los que dominan a los seres humanos, esos animales enormes y, no
obstante, bastante dóciles).
Paloma Díaz-Mas
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